Nuestro país históricamente ha abrazado diversas manifestaciones religiosas, credos y creencias, siendo la libertad religiosa un derecho consagrado y presente en nuestra tradición constitucional.
Contrario a lo que se piensa, la evolución social y los nuevos tiempos no han deteriorado el fervor y el culto de miles de chilenos, lo que se refleja en fiestas religiosas como La Tirana, la adoración a la Virgen del Carmen o la fiesta en honor a San Sebastián en Yumbel; celebraciones que suman a los ritos evangélicos y de otras religiones que se celebran a diario, y que convocan transversalmente a chilenos de las más variadas procedencias de Arica a Punta Arenas.
El artículo 16 numeral 13 del anteproyecto elaborado por la Comisión de Expertos reconoce "El derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Este derecho incluye la libertad de toda persona para adoptar la religión o las creencias de su elección". Además, la letra b) del mismo artículo señala que "La libertad religiosa comprende el libre ejercicio del culto, la libertad de profesar, conservar y cambiar de religión o creencias, individual o colectivamente, para profesar y divulgar la religión o las creencias tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza, que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público".
Si bien es un avance sustantivo en el reconocimiento de la libertad religiosa como un derecho fundamental, para la Bancada del Partido Republicano es urgente reforzar el compromiso del Estado con el ejercicio de este tipo de libertades, sobre todo si consideramos que en el último tiempo varios templos han sufrido ataques que han quedado en la absoluta impunidad, lo que no solo amenaza a fieles y ministros, sino que también al tejido social y la convivencia democrática. Por otro lado, no es menor el esfuerzo de grupos de interés y actores políticos que insisten en el argumento de que libertad religiosa merma la neutralidad del Estado, elevando la laicidad a un principio excluyente con la actividad pública ¿Quiere decir esto que en escuelas rurales ya no se podrán exhibir imágenes de Jesucristo? ¿O que alumnos y profesores ya no pueden rezar o elevar una plegaria al inicio de la jornada? Sin duda, más que prohibir o expulsar la fe, el Estado debiese respetar este tipo de actividades tan usuales en nuestra vida social.
En esa dirección, los Republicanos hemos presentado indicaciones al anteproyecto para reforzar el compromiso con la libertad religiosa en el proyecto de Constitución en discusión. Porque la libertad fue parte de nuestra propuesta a los chilenos que nos apoyaron y cumplir ese mandato es nuestra responsabilidad.