Rector de Universidad Católica del Norte destaca la importancia de incluir a la academia y sociedad civil en la Estrategia Minera Regional
DEFINICIÓN. Comienza la preparación de la Tercera Misión de la OCDE, que busca definir la EMRA 2023-2050 que será socializada por los expertos de la OECD, a través de actividades entre el 5 y 6 de octubre.
La Estrategia Minera Región de Antofagasta (EMRA) 2023-2050 se encuentra hoy desarrollando una etapa de participación ciudadana, que tiene por objetivo la integración de iniciativas, demandas y solicitudes por parte de todas las comunas de la región, para ser integradas en el borrador de esta estrategia. Esta iniciativa fue impulsada por el Gobierno Regional de Antofagasta y coordinada técnicamente por el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Católica del Norte (IPP-UCN).
Esta última de tres misiones, ha sido programada para el 5 y 6 de octubre, la cual finalizará y complementará el trabajo realizado en las dos misiones anteriores, instancia donde los expertos del equipo del Gobierno Regional e IPP UCN continúan realizando visitas territoriales para recoger todas las demandas y sugerencias de las comunas mineras que comprenden a la Región de Antofagasta, y que dicha información será incluida en el documento definitivo.
Para referirse a la importancia de integrar a la academia y centros de investigación, junto con las comunidades, principalmente originarias, el rector de la Universidad Católica del Norte, Rodrigo Alda Varas entrega su punto de vista frente al trabajo realizado y comenta sobre la responsabilidad, proyección y contribución que generará la academia y su vinculación con el medio, para aportar en la toma de decisiones informada, las políticas públicas regionales, investigaciones, y la formación de capital humano avanzado.
¿Cuál es la relevancia de la integración de la academia y centros de investigación en la EMRA?
-La relevancia de la integración de la academia y los centros de investigación en la Estrategia Minera de la Región de Antofagasta radica en que estos constituyen un elemento estratégico, que debe estar en la base de la generación de dicha estrategia para apoyar la viabilidad en la implementación de la misma. Si somos capaces de generar y aportar los datos, la evidencia y la relación que tenemos con los distintos actores del territorio, creo que eso va a aportar de una manera más adecuada a la validez social que tenga la EMRA. Hay algo que es fundamental y que debemos haber aprendido del pasado, puesto que esta estrategia tiene que tener un fuerte arraigo desde comunidades y, en este sentido, las universidades son los mejores actores que pueden vincularse con los territorios para levantar sus expectativas y requerimientos, lo que se traduce en aportes y lineamientos que puedan ser incorporados dentro de esta estrategia regional.
La UCN, a través del IPP está ejecutando un rol muy relevante en la coordinación técnica de esta estrategia, ¿qué opina sobre este trabajo ?
-Dado el conocimiento que se tiene del territorio, parte del trabajo del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Católica del Norte está justamente en tratar de constituirse y convertirse en un puente, que haga posibles las conversaciones con y entre las comunidades, incorporando también todo el capital de conocimiento que se ha ido generando, por ejemplo, a través de la información que se ha generado en el tiempo mediante la encuesta el Barómetro Región Antofagasta y que es transversal en el tiempo. Eso ayuda a nutrir la configuración de la política pública con mucha más fortaleza.
El aunar estos tres sectores y generar un Nuevo Pacto Social, beneficiará enormemente a la región, en este marco ¿cómo se ve beneficiada el área académica dentro de esta nueva estrategia minera ?
-El beneficio de que esta estrategia logre la confluencia de tres actores sociales, posibilita mejores condiciones para el desarrollo de la academia desde la perspectiva que, desde la génesis exista una conversación con los actores públicos y privados, lo que permite que la universidad se relacione de mejor forma con los mismos y, además, generando valor compartido. Creo que aquí hay un espacio en el cual se han ido generando confianzas con la industria minera y con el sector del Gobierno, para poder hacer un trabajo mucho más asociativo, incluso con las propias universidades. En este sentido, creo que el trabajo que la Universidad de Antofagasta y la Universidad Católica del Norte han venido desarrollando, hace posible mejores condiciones para lo que va a ser a futuro la investigación y la formación de capital humano avanzado. El proyecto HEUMA es un ejemplo de ello, y el trabajo en el Instituto de Tecnologías Limpias, ITL, también genera condiciones para que eso ocurra.
¿Cuál es el foco y proyección a largo plazo que tendrá la academia, dentro de la EMRA?
-La mirada de largo plazo tiene que ver con cómo somos capaces de ir ajustando nuestra oferta formativa, tanto en el pregrado como en el postgrado, para que responda prospectivamente a las necesidades que esta Estrategia Minera de la Región de Antofagasta va a determinar.
Junto con ello, estamos generando que la investigación que desarrollamos sea mucho más pertinente y acorde a los requerimientos, tanto del sector minero, como del sector gubernamental a fin de nutrir la generación de la política pública y el monitoreo de cómo efectivamente vamos avanzando en la implementación de la estrategia. Esto último, porque para esa implementación tenemos que ser capaces de que la estrategia sea viable y, en este sentido, las universidades debemos generar las condiciones desde el punto de vista de la formación de capital humano, además de proveer información para la toma de decisiones y la construcción de las políticas públicas territoriales.
¿De qué manera puede la academia contribuir, para tener un impacto significativo en la conformación de este Nuevo Pacto?
-Un ejemplo de ello es la credibilidad que tienen las instituciones de educación en la comunidad, la que evidenció la última encuesta CADEM, en donde las instituciones de Educación Superior aparecen en el segundo lugar en cuanto a la confianza en las instituciones. El involucramiento y vinculación que tenemos como universidades ayuda a que esta estrategia tenga una mayor validez, en la medida que seamos capaces de efectivamente generar los puentes de comunicación con las comunidades y poder plantear cuáles son las expectativas que estas tienen en torno a la EMRA. Por otra parte, también debemos ir generando la información que permita que efectivamente nos movamos hacia una minería verde, hacia una minería más sustentable, que es lo que la comunidad está demandando.
Uno de los últimos informes del Barómetro Región Antofagasta indica que la comunidad quiere más minería, pero no a cualquier costo, y eso es parte de lo que debe quedar en la estrategia. Dicho esto, son las universidades las que debemos ir ayudando en el monitoreo de cómo nos vamos moviendo hacia una huella de carbono neutral y a una minería que responda a los estándares internacionales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, de las Naciones Unidas.
Hay un conjunto de métricas que nosotros podemos ir ayudando a generar en la región de Antofagasta para dar cuenta de que efectivamente la estrategia minera de la zona se va consolidando acorde a lo que los mismos actores han definido.