Son muchos los especialistas que reflexionan respecto a lo mejor para el país y todos coinciden en que deben existir aperturas y predisposición a un diálogo constructivo que posibilite los acuerdos requeridos. Lamentablemente, las palabras se las "lleva el viento" y el "papel aguanta mucho", porque la realidad nos demuestra que todavía hay posturas muy cerradas, visiones que no aceptan ser cuestionadas e impera la intención de imponer sus propios postulados.

El "botón de muestra" fue lo ocurrido en la Cámara Baja con ocasión de la lectura del acuerdo de esta misma institución en 1973, días antes del golpe de Estado.

En esa sesión se vio la cara más oscura de los representantes políticos, en los que no hubo solo desacuerdos sino que discusiones verbales que llegaron a los insultos. Un triste espectáculo que demuestra una fuerte polarización que aleja cualquier posibilidad de avanzar en los acuerdos que el país requiere.

Esto contrasta con los discursos y como bien hemos comentado al inicio de este espacio, los mensajes son contradictorios.

Hay temas y políticas sociales en las cuales se necesita avanzar con rapidez, como lo es la reforma previsional que se discute en el Congreso con avances y retrocesos. El consenso es que se deben terminar con las pensiones míseras que existen hoy, la fórmula para ello es la que no logra acuerdos y hace temer que exista un fracaso, el que debería ser asumido por toda la clase política.

Nadie pide que se actúe con complacencia con el gobierno o que se le niegue la sal y el agua. Hay discusiones que afectan directamente a las personas y a ellas hay que responder con la celeridad requerida.

La alcaldesa de Providencia y la política mejor evaluada, según la última encuesta Cadem, Evelyn Matthei, dijo claramente que es el momento para el diálogo y los consensos que el país espera.

La educación se ha convertido en el último tiempo en uno de los focos principales de investigación y elaboración de políticas públicas en nuestro continente. Ha quedado demostrada la importancia de este pilar en el desarrollo de una sociedad justa, productiva, culta y civilizada. Sin embargo, todavía existen múltiples factores que inciden en que la educación pueda tener ese real efecto en la sociedad, siendo la deserción escolar uno de los más complejos de enfrentar.

Sólo en la región de Antofagasta hay más de 4 mil trescientos niños, niñas y adolescentes fuera de la escuela, producto de diversas razones, lo que equivale a cerca del 3% nacional, y de los cuales 2.912 se encuentran en la capital regional. Sin duda éste es el mayor desafío que enfrentamos como región y tiene carácter de urgente.

Los recientes resultados conocidos de la Encuesta CASEN de 2022 así lo demuestran. Si bien nos sorprendieron con una marcada baja de la pobreza a nivel nacional, no fueron buenos para nuestra región. El instrumento mostró una disminución de la pobreza por ingresos en Chile de un 10,8% a un 6,5% de la población, mientras que la extrema pobreza se redujo de un 4,3% a un 2%.

En contraste nuestra región de Antofagasta subió de 5,1% en 2017 a 7,1% en 2022 sus niveles de pobreza multidimensional, esto da cuenta de hogares que no alcanzan condiciones mínimas de bienestar en cinco dimensiones: educación, salud, trabajo y seguridad social, vivienda y entorno, redes y cohesión social. Si la educación es un factor de movilidad social, su exclusión es una ilusión que hipoteca nuestro futuro como región.

Sin embargo, existen esfuerzos que buscan acortar esta brecha de exclusión educativa y aportar a la recuperación de estudiantes cuyos talentos se pierden por desertar del sistema educativo. Uno de ellos es Fundación Súmate del Hogar de Cristo, que este 2023 cumple 30 años desarrollando esfuerzos para la revinculación escolar y que compartió sus experiencias, junto a otras instituciones como la Escuelita Chepuja, iniciativa que ha permitido llevar educación a niños y niñas de los campamentos de la ciudad, en un seminario desarrollado el pasado 23 de agosto.

Instancias como éstas nos permiten relevar la lucha por fortalecer el derecho a la educación de quienes, por diversas razones, abandonan el sistema escolar, privándolos de construir trayectorias educativas valiosas, y exponiéndose a una serie de dificultades. El desafío tiene carácter de urgente y estamos todas y todos llamados a involucrarnos.