La inteligencia artificial es la creación humana quizás más trascendental para nuestra existencia humana. Su diversidad de aplicaciones es múltiple y responde a optimizar al máximo los datos que proporcionan las investigaciones del comportamiento de la naturaleza, específicamente emula nuestra actividad cerebral pero fuera de su contexto sicosomático espiritual. Vale decir: Una gran espada de doble filo.
Hace unos meses se reunieron alrededor de mil científicos para ralentizar los cambios acelerados que están provocando la IA. EL astrofísico Stephen Hawking llegó a advertir que "la IA podría acabar con la existencia humana". No en vano el Congreso del Futuro de Chile hace unos años se formuló la inquietante pregunta ¿Qué especie queremos ser? Pues la deshumanización es un río caudaloso que nos arrastra sin darnos cuenta.
Ciertamente ante una masificación robótica los seres humanos quedan desplazados, por decir los menos. Sin embargo a su vez no puede ignorarse los múltiples beneficios que nos proporciona esta tecnología, pero la pregunta vale: ¿El abrazo del oso"?.
Vemos necesario rescatar lo que entraña la palabra "inteligencia": palabra latina, Intelecto su etimología es intus=dentro, lectus= lectura. Los humanos tenemos la capacidad de "leer por dentro, perforar las apariencias" mediante las preguntas que nos surgen de observar las realidades…. Más aún, si vemos la hermosa capacidad de "intuir" como percepción inmediata de la realidad, salta los procesos de una lógica, una madre intuye a su hijo... la inteligencia del corazón intuye.
Quizás lo más propio de la inteligencia humana sea preguntar lo hace un niño, lo hace el científico, el filósofo, o quien vive la vida en su profundidad. Preguntar es saber el sentido que tiene nuestra vida en este mundo de más sombras que luces, es tan álgido carecer de coherencias que la vida pudiera sernos insoportable. Todo robot está programado, el humano es un ser original para sí mismo, aunque se enajene en sus actividades y rutinas.
La inteligencia hermanada a la conciencia se desarrolla atraída en la búsqueda de la armonía, de la verdad, del bien que hace bien, de la belleza que inspira "hacia más allá de las estrellas" en el himno de la alegría "cuando los hombres volverán a ser hermanos"…. La inteligencia no es sólo confeccionar, producir recursos para vivir mejor, es comprender, admirar los conciertos de las realidades. Reconocer es un verbo gratificante que respira un aire fresco, ¡al fin se dio cuenta!: de renacer, empezar de nuevo como la vida misma que constantemente se recrea.
Ser inteligente no es saber muchas cosas, es saber, degustar, paladear los mensajes de nuestra madre naturaleza. Sabiduría es saborear las esencias de la vida… Es conversar para nutrirnos de experiencias, de conocimientos, o como lo dice el verbo francés: connaitre es conocer y naitre es nacer… Cuando se integre la belleza al estudiar podremos sentirnos que estamos vinculados a la Inteligencia Cósmica que se transfigura en su orden universal.