Amelia Carvallo

Un media tour por los espacios más relevante de la Latin Week Billboard vivieron María Luisa Godoy y Francisco Saavedra en su rol de animadores del Festival de Viña del Mar.

La pareja de animadores visitó set televisivos, asistieron y expusieron en paneles de la industria musical y compartieron con estrellas del firmamento de la música latina y, por supuesto, desfilaron con garbo por la alfombra azul del evento. En esa ocasión, María Luisa lució un vestido de su amigo Gabriel Lage, en brocado cloqué de seda, muy fresco para el clima de Miami; por su lado, Francisco cuenta que su vestimenta es una mezcla: "Una parte del traje es Hugo Boss y otra parte es Sastrería Nacional Calabrese", confiesa.

-Pancho, ¿cómo has visto y vivido la semana de los Premios Billboard Música Latina?

-La he vivido con mucha emoción, con mucha intensidad, está compuesta de muchos paneles, entrevistas y hemos podido conocer a la gente de la industria, estar con los diferentes artistas, en presentaciones y entregas de discos. Realmente ha sido muy emocionante y bonito porque además son los artistas que están en el top de Spotify y Billboard. Y ha sido un orgullo saber de la importancia que tiene el festival para los artistas, los managers y el público acá en Estados Unidos, ellos reconocen la historia del Festival de Viña del Mar.

-María Luisa, ¿y tú, cómo has visto y vivido estos Billboard?

-Han sido unos días intensos, pero muy interesante y entretenidos. Es un orgullo ver la imagen internacional, la admiración y el respeto qué hay por el festival.

-¿Cómo estuvo la fiesta de inauguración, Pancho?

-Bien, con una comida exquisita, conociendo a la gente que había que conocer pero resalto sobre todo los paneles a los que hemos ido donde uno se encuentra con los genios y managers de la industria y hay conversaciones sobre música. Estuvimos con ejecutivos del Festival Primavera Sound, por Chile estuvo la Productora Bizarro y mostramos un video muy emocionante con la historia del Festival de Viña

-¿Con cuál estrella quieres encontrarte?

-Con Shakira, con Bad Bunny podría ser… y dejemos que la vida nos sorprenda también.

-María Luisa, ¿cómo han representado al festival?

-Como sus anfitriones y además recibiendo todo el feedback de los artistas, entendiendo que para ellos es un gran trampolín. Además, estamos acá por la alianza que se cerró entre los Billboard y el Festival, que deja en evidencia que está más vigente que nunca.

-¿A qué espacios has podido asistir?

-Hemos estado en el panel "Arte de los Festivales" y hasta el momento hemos estado con Sebastián Yatra, Manuel Turizo, con el famoso Peso Pluma y con Nicki Nicole.

-Francisco, ¿sobre la edición 63, cuál crees tú que será su impronta, el sello que caracterizará al festival del 2024?

-Bueno, 63 años, es de tremenda importancia. Creo que, de alguna forma hay que cumplir con esa audiencia que sintió que de alguna manera no fueron consideradas el año pasado, por ejemplo, por la ausencia de Maná. Creo que va a ser un festival con estrellas mundiales, un festival que lo vamos a recordar, un festival que tiene que tener para todos los gustos. En los 80, cuando vino Miguel Bosé o Luis Miguel, ellos estaba recién dando sus primeros éxitos en el mundo de la música, por eso creo que fue tan importante. El año pasado, cuando vino Karol G, yo hago la comparación con ese Festival de los ochenta.

-María Luisa, sobre esta edición, ¿cómo crees tú que ha ido evolucionando el público que asiste a la Quinta Vergara?

-Creo que el año pasado fue histórico en cómo aumentó la audiencia juvenil en un 25% en los menores de 25 años. Y ojo porque es un segmento que consume menos televisión abierta y es un desafío convocarlos. El festival tiene más de 60 años y también se está pensando en las próximas seis décadas para que siga más vigente que nunca. Y la alianza con los Billboard va en esa misma línea.

Y cómo han ido afinando la dinámica laboral con Francisco?

-Con Pancho no sólo tenemos mucha química, también somos amigos y nos queremos mucho. Y la relación que se ha afiatado aún más con este viaje.

Recuerdo aquellos hinchas que vituperaban a los pumas porque "no empapaban la camiseta". El grito denunciaba la falta de compromiso de los jugadores, para defender la divisa. Pero también vienen a la memoria algunos episodios en que las empresas locales, en regados festejos, premiaban a esos trabajadores que sí mojaban la camiseta y lograban buenos rendimientos.

Días atrás, hallé uno de esos "camiseteados". Fue alguna vez reconocido por sus superiores, por lo que recibió obscenos apodos de sus compañeros. Hoy está cesante. Ahora -que chutea piedras- comprendió cuánto fue utilizado. La compañía que lo empleó veinte años, se deshizo de él con el argumento de siempre: "razones de la empresa".

Ahora entiende la sucia jugarreta de "empapar la camiseta". Ahora comprende que se burlaron de su compromiso y que -de paso- lo enemistaron con sus compañeros. Ahora sí sabe que de nada valió jugársela, comprometerse, regalar tiempo y esfuerzos. Hoy está defraudado de quienes le dieron el sobre azul. "Fue desvinculado" -como se denomina hoy- por los mismos a quienes prodigó su generoso sudor; los que se favorecieron de sus mejores rindes y aprovecharon su disposición. El "trabajador del mes", el de la camiseta, hoy busca empleo… Y no lo halla.

Es entonces cuando vienen los cuestionamientos. Recuerdo a Cabral, que sostiene que "El hombre le hace cariños al caballo, pa' montarlo." Al trabajador se le motiva, se le alaba, para hacerlo más productivo y proclive a lograr las metas de la compañía. Se le premia, vistiéndolo con una "camiseta" que debe lucir, como ejemplo para sus pares. Debe ser un elemento motivador. Se esfuerza, dando lo mejor de sí. Hasta cuando las "razones de la empresa" lo determinan. Entonces, su "camiseta" es nada. Es cesantía, decepción, le huele a burla. Un acto inmerecido e injusto.

Las lecciones son para ser aprendidas. Eso de pedir que "se pongan la camiseta" solo sirve a quienes tienen el sartén por el mango. De nada sirve para esos esforzados trabajadores que alguna vez la lucieron con orgullo y que -de golpe y porrazo- quedan sin trabajo y terminan "de patitas en la calle", impotentes, con una camiseta arrugada, apretada dentro de sus puños.

Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista.