Campamentos y ciudades en transformación
Cristián Rodríguez Salas , Director del Instituto de Políticas Públicas UCN
La región de Antofagasta, conocida como la región minera de Chile, ha sido por décadas un símbolo del progreso y desarrollo económico del país. Sin embargo, como en muchas regiones dinámicas y en constante evolución, también ha enfrentado el reto de los desequilibrios sociales y urbanos. Paradójicamente, en la periferia de sus ciudades, un fenómeno ha surgido con fuerza desde el 2010, desdibujando parcialmente esa imagen de prosperidad: la proliferación de campamentos.
Desde la perspectiva sociológica, esta situación nos remite a la estructura social y a las desigualdades latentes. La convergencia de altos costos de vida, una creciente demanda de suelo urbanizable y una inmigración masiva en busca de oportunidades han tejido un escenario donde millares de familias se ven obligadas a habitar en condiciones de precariedad, hacinamiento y riesgo. Si añadimos a esto una política de vivienda que no ha logrado adaptarse con la misma rapidez al fenómeno, obtenemos una combinación que se traduce en vulnerabilidad para varios miles de sus habitantes.
El urbanismo, nos enseña a pensar en ciudades, que crecen, se adaptan y cambian en respuesta a las necesidades y desafíos de sus habitantes. La aparición de cientos de campamentos ha revelado una respuesta espontánea a la falta de acceso a la vivienda. Pero también muestra un fallo en la planificación, donde se han descuidado zonas enteras de las ciudades, dejándolas expuestos a sus habitantes a riesgos naturales, alejados de servicios básicos, infraestructura y áreas de recreación.
La ciencia política, por otro lado, enfoca su lente en la interacción entre la ciudadanía y el papel del Estado. Aquí, la multiplicación exponencial de campamentos nos habla de una desconexión. Mientras la economía de la región avanza aceleradamente, muchas de sus políticas públicas parecen no estar a la par de las necesidades reales de la población.
Pero no todo está perdido. El reconocimiento de este fenómeno nos brinda la oportunidad de actuar y rectificar. La clave radica en amalgamar causas y consecuencias en busca de soluciones holísticas en tiempos razonables. Se requiere una planificación urbana que no solo piense en el crecimiento, sino en la integración. Una ciudad que crece hacia afuera, pero también hacia adentro, garantizando que cada uno de sus rincones esté conectado, protegido y tenga acceso a servicios básicos, que brinden un piso digno de oportunidades.
Además, es imperativo volver a reinventar las políticas de vivienda con un enfoque descentralizador más allá de las soluciones convencionales que ofrece el centro, explorando soluciones innovadoras que ofrezcan respuestas rápidas y sostenibles a la creciente demanda. Esto, alineado con inversiones en infraestructura y servicios públicos que realmente conecten, integren y enriquezcan la vida de los ciudadanos.
Finalmente, el rol activo de la ciudadanía, empoderada y consciente de sus derechos y deberes, es fundamental. Frente al fenómeno de los campamentos, el desafío de las ciudades de Antofagasta es también una oportunidad para realizar esfuerzos por reimaginar ciudades inclusivas, equitativas y resilientes, donde cada persona, sin importar su origen o condición, pueda encontrar un hogar digno y oportunidades.