Flores de hojalata: la vieja tradición que desaparece en los cementerios pampinos
TRADICIONES. Para resistir la inclemencia del desierto, los viejos habitantes de la región solían ornamentar los sepulcros de sus seres amados con flores confeccionadas con latas, muchas de las cuales perduran hasta hoy.
Cualquiera que haya visitado algún cementerio de las abandonadas oficinas salitreras identificará que, en la mayoría de sus sepulcros, existen oxidados arreglos florales confeccionados en base a hojalata.
Este es uno de los últimos vestigios de la tradición pampina en donde los deudos solían dejar estos arreglos confeccionados con el mencionado material, para así resistir lo más posible el rigor de las altas temperaturas y la salinidad del desierto.
En la actualidad, solo los cementerios costeros de Cobija y Gatico lucen este tipo de ornamentos de más reciente data, pero en la mayoría de los camposantos emplazados en la pampa, estas viejas flores datan inclusive de finales del siglo XIX.
Orígenes
El investigador y magíster en ciencias sociales, Isidro Morales Castillo explica que "una realidad geográfica y climática diametralmente opuesta a la del centro y sur del país, originó la tradición pampina de colocar coronas de flores de papel u hojalata en los antiguos cementerios, hoy abandonados. Este arte fúnebre surgió, se estima, a mediados del siglo XIX en las oficinas salitreras de Tarapacá, pero también rápidamente se usaron en los camposantos cercanos a los centros productores de salitre en los cantones del Toco, Central, Aguas Blancas y Taltal".
Así mismo, Morales Castillo agrega que "la temperatura en la pampa pasado el mediodía supera los 35 grados Celcius, aunque se estima que puede llegar a los 40. Esta situación hace imposible el uso de flores naturales que se marchitarán rápidamente por efectos del polvo, el sol y el viento. Fueron mujeres las encargadas de confeccionar las flores con papel especial, cartón y tintas de teñido. Con una técnica más complicada también incursionaron en la elaboración de coronas de hojalata, que se colgaban en las cruces que coronaban las tumbas de los cementerios del interior, pero también en necrópolis de antiguos pueblos costeros".
Inclusive, algunos restos que aún se mantienen de los tiempos salitreros demuestran que fueron latas de salsa, carne o verduras que aún mantiene pegado derruidas etiquetas que demuestran su procedencia comercial.
Cementerio pampa unión
Uno de los que más luce este tipo de arreglos es el denominado "Cementerio de los Apestados", ubicado en las inmediaciones de la exoficina de Pampa Unión (en plena ruta 25). Este camposanto fue el sitio de entierro de las víctimas que -en su mayoría infantes- murieron a causa de la peste bubónica que asoló a la región en 1912.
El grupo Caminantes del Desierto (organización que se dedica a visitar lugares patrimoniales de la región) destaca en su sitio que "cuando llegaban las pestes, por este desierto, los primeros en marchar de esta vida fueron los angelitos; seguidos por los jóvenes e inclusive por los más ancianos. Eran tantos y en tan poco lapso de tiempo, que - en sus dolientes - ya no quedaron lágrimas por verter ni divinidad a quién culpar, solo procuraron el espacio para su descanso, la mortaja doliente y la madera en donde atesorar sus restos. El tiempo y el progreso hicieron su trabajo condenando al olvido - y al saqueo - aquellas historias. En la actualidad son las manos de las mujeres nortinas las que aún sostienen este recuerdo, son aquellas manos las que elaboran estas frágiles y delicadas flores - de hojalata - para perpetuar su memoria, cuáles madres en su tiempo".
En la actualidad, unas pocas mujeres ya mayores de Tocopilla se dedican a este menester para visitar a sus deudos del cementerio de Gatico el día de Todos los Santos, depositando este tipo de ofrendas, el cual ya desaparece día a día con la partida de los más viejos pampinos.