"Gen es un laboratorio en el que hemos demostrado lo que es posible"
En marco de la celebración de los 40 años de la Corporación Gen, proyecto de conservación y de muestra de la vida que se puede desarrollar en el desierto de la Región de Antofagasta, El Mercurio de Antofagasta conversó con su creador, Pedro Aranda, quien dio a conocer la idea inicial del proyecto Gen y cómo este ha perdurado en el tiempo.
Pedro, ¿de dónde surge la idea de comenzar con la corporación?
-En un comienzo, un amigo me comentó que venía llegando de los kibutz en Israel, comunidades autónomas que están en pleno desierto, me preguntó si en el nuestro podría existir una cosa semejante. A raíz de esa inquietud, sumado a la cesantía de la época, quise ayudar y ser un aporte mediante la producción de los conejos angora. Gracias a muchos amigos que tuve, fui formando un equipo con el cual comenzamos a tratar de redescubrir los potenciales que hay en nuestro desierto y más aún en esa zoma más cercana a la ciudad.
¿Por qué instalarse en medio del desierto antofagastino?
-Recorrimos diez lugares en torno a Antofagasta, entre los cerros, etc. Algo que inspiraba a nosotros era cómo poder abastecernos de agua y Carlos Espinoza con su invento de la trapa niebla, creíamos que a través de eso podíamos abastecernos de agua, pero era mínimo el consumo, además que funciona más en las crestas de los cerros, sobre todo, en los cerros de la costa, pero era insuficiente. Aun así, nos ilusionamos que la idea podía ser factible y cuando estábamos recorriendo los lugares, justo andábamos por la zona del eje Estación Uribe, veníamos bajando de los cerros y encontramos que estaba muy abandonada la Estación Uribe, hacía como 20 años, ya que no estaba funcionando, de tal manera que pensamos que era un lugar que podíamos resucitar. A medida que seguían sumando algunas personas por esto que se iba fraguando, además que vivíamos en la etapa de la dictadura y cómo salir de esa presión ambiental en que vivíamos casi todos. Nos dimos cuenta que había que buscar otra alternativa.
¿Qué obstáculos encontraron considerando el estado que gobernaba en esa época?
-Los obstáculos fueron muy serios, porque en esa época estaban prohibidas las reuniones y ya éramos un grupo más o menos numeroso, de alrededor de 30 a 40 personas, era bastante grande. Tuve la oportunidad de conversar este tema con el arzobispo Carlos Oviedo Cavada, quien después fue cardenal de Santiago, él nos ofreció su casa para reunirnos y nosotros surgimos como los cristianos de las catacumbas más o menos porque no había otra posibilidad de reunirse.
Pero, ¿cómo lograron llegar a componer a ese grupo de más de 30 personas con el interés de seguir con Corporación?
-Nosotros, antes de instalarnos, ya cuando tuvimos un grupo relativamente formado, era un grupo muy heterogéneo en todo sentido porque cada uno tenía ideas distintas de la vida, religión distinta, uno era creyente, otro no era creyente, uno de izquierda, otro de derecha. O sea, el grupo era totalmente heterogéneo, la mayoría profesionales, otras personas no profesionales. Primero nos conocimos como personas, dejaron las jinetas a un lado. Bajo el clima denso social que se vivía, nosotros pensamos que debíamos ser un aporte.
¿Cuál era el sentido de seguir con el proyecto? ¿Qué buscaban?
-En primer lugar, buscábamos desarrollar el potencial de nuestro desierto, en segundo, recuperar una visión positiva del desierto porque tenemos la apreciación de que no hay nada y que es estéril, pero nos dimos cuenta que no era así y que había que desarrollarlo. Pero, sobre todo, revincularnos con el sentido de la naturaleza y aterrizamos esto cuando instalamos una creación de conejos angora que fue maravillosa porque los animales en el desierto se desarrollan mucho más porque no están en un ambiente estresante y ese es un factor muy importante. Aprendimos, en la comunidad.
La Corporación Gen cumplió 40 años, ¿a qué se debe que siga en vigencia?
-Cuando se crean buenas relaciones humanas en un equipo de personas, se logra crear confianza y responsabilidad, eso tiene tanto valor como los árboles que permanecen en el tiempo. Se crearon muchas amistades en el grupo y eso es la esencia que a nosotros nos hizo sostenibles en el tiempo, pero también pienso que la celebración de hoy la haré dedicándola a los socios que ya han partido de la tierra, soy uno de los pocos que va quedando y en base a toda la entrega de esos socios, nos muestra que por muy diferentes que seamos, si aprendemos a convivir bajo un respeto mutuo se pueden lograr muchas cosas.
Finalmente Pedro, ¿cuál es la tarea para que el proyecto siga con vida? ¿Qué legado deja a las nuevas generaciones?
-Así como tenemos el mar como potencial de desarrollo productivo, creo que hay que redescubrir el desierto y especialmente, a las nuevas generaciones que empiecen a amar lo que nos rodea, antes de pensar en lo que vamos a construir, primeros enamorarnos con los valores propios de la naturaleza. Gen es un laboratorio en el que hemos demostrado lo que es posible, pero para los próximos cuarenta años ojalá que eso se pueda multiplicar a la enésima potencia. Otro proyecto sería el de las aguas subterráneas, ese sería el gran desafío que no sé si podré alcanzar, el explorar las aguas subterráneas y desalinizar con energía solar.