La Premio Nacional de Artes Joan Jara fue despedida por cientos de personas
ADIÓS. Quien fuera esposa de Víctor Jara llegó a Chile a mediados de 1950 y en 2007 se le concedió la nacionalidad por gracia. Falleció a los 96 años.
Cientos de personas acudieron ayer hasta la sede de la Compañía de Danza Espiral para despedir a Joan Jara, reconocida bailarina y Premio nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales, quien falleció el domingo tras dedicar los últimos 50 años de su vida a la búsqueda de justicia por el asesinato de su pareja, el cantautor chileno Víctor Jara.
El deceso de la artista de 96 años se produjo durante la noche del domingo y fue comunicada por la Fundación que lleva el nombre del autor de "Luchín" y "Te recuerdo, Amanda". Junto con ello se informó el lugar del velorio, ubicado frente a la plaza Brasil, en el centro de Santiago.
Entre los chilenos que quisieron acudir para despedir a Joan estuvo el Presidente Gabriel Boric, vecino del lugar, quien la recordó como "una mujer que luchó toda su vida por la justicia y por el arte y que hoy se merece este homenaje y con se continúe con su legado. Eso es lo que vinimos a manifestar acá: la voluntad como Estado de que su legado lo queremos mantener".
Desde el momento en que se conoció su fallecimiento, fueron muchos los mensajes de despedida que recibió Joan.
El grupo Los Bunkers la emitió "nuestra admiración más profunda para recordarla siempre". El actor Ignacio Achurra la mencionó como "bailarina excepcional, coreógrafa, maestra de generaciones y compañera de Víctor Jara. Luchó, construyó y persiguió incansablemente la justicia".
Desde el extranjero, Tom Morello, guitarrista del grupo Rage Against The Machine y quien recientemente se reunió con Joan Jara en su visita a Chile por la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, escribió: "Descansa en paz, Joan Jara. Era una luchadora incansable por la justicia y los derechos humanos".
Premios
Según su biografía oficial, fue una visita a Haymarket Theatre de la mano de su madre, a los 15 años, la que la hizo enamorase del baile, donde conoció al coreógrafo Kurt Jooss, quien descubrió sus talentos para la disciplina. Él creó la escuela de danza Ballets Jooss, en Alemania donde Jara estuvo durante años y la llevó a actuar en diversos países de Europa.
Joan llegó a Chile a mediados de la década de 1950 y se integró en el Ballet Nacional Chileno. También trabajó como docente de la Escuela de Danza y de Teatro de la Universidad de Chile, creando talleres de experimentación para los coreógrafos chilenos y un "ballet popular" para difundir la danza en las poblaciones rurales del país, donde conoció a Víctor Jara.
Años más tardes dirigió la carrera de Pedagogía en Danza Infantil en la misma universidad, al creer que la danza contribuye a la formación de mejores personas.
En el año 2017, Joan Turner Jara recibió el premio de la Academia Chilena de Bellas Artes por su trayectoria como bailarina y aporte a la danza. Dos años más tarde fue galardonada con el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile.
El jurado de dicho premio consideró su labor como "fundamental en el desarrollo de la danza contemporánea. Este reconocimiento también es una expresión de afecto de Chile para alguien quien tanto cariño le ha demostrado al país".
Luchó por la justicia
La activista de los derechos humanos se divorció en 1960 de Patricio Bunster, con quien tuvo una hija. Luego de esta relación, Joan se casó con Víctor Jara, con el que tuvo a Amanda Jara, la segunda hija de la bailarina. A ambos, los unió una decidida actividad política en contra de la dictadura de Pinochet.
El músico chileno, conocido por sus canciones de alto contenido político y social, fue detenido el 12 de septiembre de 1973 por las Fuerzas Armadas en la universidad donde realizaba clases. Lo llevaron junto a miles de personas más al Estadio Nacional y luego abandonado en una zona de Santiago sin vida.
El 20 de septiembre, Joan tuvo que efectuar el reconocimiento del cadáver y, tras el entierro, debió partir al exilio en Gran Bretaña junto a sus dos hijas, adoptando el apellido de su marido, desde donde emprendió la lucha contra la dictadura y se convirtió en activista de los derechos humanos.
No regresó a Chile hasta mediados de los años '80, fecha en la que intensificó su actividad política, y luchó incansablemente durante años para que la justicia chilena esclareciera las circunstancias de la muerte de su esposo. Además creó el Centro de Danza Espiral, clave en la formación de varias generaciones de bailarines y coreógrafos.