Favorecer la descentralización
Con justa razón los gobernadores han alzado su voz contra algunas nuevas disposiciones para definir el gasto presupuestario, que aseguran perjudican la autonomía regional. Este es un claro daño y no sólo a la institución del gobernador, también para las regiones que están hartas que el centralismo los devore.
La descentralización debe ser uno de los temas que más ha costado avanzar en el desarrollo del país. Obviamente, quienes han concentrado el poder por décadas les cuesta desprenderse de concesiones, aunque la tendencia le indique que el camino es el de entregar autonomía regional, poder de decisión y ejecución sobre sus necesidades.
Entre las razones que solía exponerse latamente era el riesgo de corrupción, como si este problema fuera propio de las autoridades regionales y comunales. Lamentablemente algunos casos de tratos directos ocurridos en gobiernos regionales le dieron oxígeno a la llama de quienes se habían caracterizado por ser celosos con el buen uso de los recursos públicos. Por ello, se levantaron y pidieron aumentar las exigencias en el manejo discrecional de algunos de los fondos regionales para resguardarse de una mala utilización.
No tardaron en redactar formas, artículos y protocolos que no hacen más que complicar la labor de los gobernadores sobre algunos fondos que requieren rápida salida.
Esto resta el poder de acción de estas autoridades y burocratiza los trámites que se requieren funcionen con rapidez. El aparato estatal se caracteriza por su lentitud, y la tramitación, vistos buenos y timbres suelen ser interminables para recursos que se requieren para ayer y que no son de grandes volúmenes.
Las agrupaciones culturales que necesitan viajar a encuentros nacionales o internacionales y que requieren de apoyo para solventar gastos y representar bien a la zona, no alcanzan a completar las exigencias ante de que su viaje se concrete. Lo mismo ocurre con unidades vecinales, clubes deportivos y aquellas más pequeñas dentro del listado agrupaciones.
Este es un claro perjuicio y no sólo a la institución del gobernador, también para las regiones que están hartas que el centralismo los devore sin compasión.