¿Plaza o bodega?
Corría el año 1906 y la Poza del Salitre -hoy puerto histórico- era un verdadero enjambre de hombres, lancheros, estibadores, fleteros, cargadores. Allí mismo confluían lanchas, remolcadores y chalupas, amarradas a muelles por doquier. En la bahía, veleros, bergantines, barcas y vapores, en una maraña de mástiles, vergas y banderas de todo el mundo.
El esplendor del salitre -hasta entonces "oro blanco"- hacía de Antofagasta el más importante puerto del norte chileno. Pero el problema estaba en tierra, en el sector aledaño a la poza. Sin mayores espacios para almacenar los miles de quintales de salitre, la inexistencia de un malecón obligaba a depositar los insumos que llegaban desde el extranjero en el piso, en las calles de las inmediaciones.
La naciente ciudad se empinaba sobre las 30 mil almas y el Intendente debió recurrir al Supremo Gobierno, para pedir recursos e instrucciones con el objetivo de resolver la incómoda situación. Cientos de carretas tenían serios problemas para transitar con sus cargamentos, por las calles Washington, Prat, Sucre, Bolívar y Baquedano, que estaban repletas de cajones, bultos, rollos, sacos, jabas y miles de sacos. La gota que rebalsó la copa y la paciencia del Intendente, sucedió cuando las espaciosas callejuelas de la plaza Colón fueron ocupadas por bigornias, fraguas, vigas de acero y piezas de pino Oregón. Y con estas herramientas y materiales, los celosos vigilantes que velaban para que los rateros no hicieran de las suyas.
El principal paseo de la ciudad dejó de serlo. Los pocos escaños estaban ocupados por sacos. Grandes embalajes y jabas, impedían a los jardineros cumplir sus funciones y menudearon los paseantes.
Fue entonces que el Intendente, Daniel Santelices, fue escuchado por las autoridades mapochinas y se asignaron los recursos para construir un malecón y un rompeolas, cuyo relleno permitió ganar unos metros al mar y aumentar la superficie para el almacenaje de la cuantiosa carga.
El Intendente Santelices, un tanto irónico, sostenía que "Mercaderías del mar a la Plaza", señalando la grave situación que afectaba a la ciudad, a comienzos del siglo pasado.
Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista.
Linterna de Papel