En una sociedad que envejece rápidamente y donde la demografía mundial está en constante cambio, la geriatría emerge como un campo de vital importancia. El aumento de la expectativa de vida nos presenta desafíos únicos y, al mismo tiempo, nos brinda la oportunidad de repensar cómo abordamos la atención a nuestras personas mayores. En este contexto, es esencial reflexionar sobre la importancia de envejecer con dignidad, y cómo la geriatría puede contribuir a esta noble causa.

El aumento de enfermedades crónicas, la soledad y la falta de acceso a servicios de atención médica especializada, son sólo algunos de los obstáculos que enfrentan nuestras personas mayores. La falta de conciencia sobre las necesidades específicas de esta población contribuye a menudo a una atención inadecuada.

La geriatría moderna no solo se sustenta en tratar enfermedades, sino de proporcionar una atención integral que aborde las dimensiones físicas, emocionales y sociales del envejecimiento. Los profesionales de salud desempeñan un papel fundamental al comprender las complejidades de la salud en la vejez, y al diseñar estrategias de atención personalizadas que permitan a las personas mayores vivir de manera independiente y plena.

La tecnología también desempeña un papel crucial en la atención a esta población: desde aplicaciones de monitoreo de salud, hasta dispositivos inteligentes que mejoran la seguridad en el hogar, la innovación tecnológica tiene el potencial de transformar positivamente la calidad de vida de nuestros mayores. Al abrazar estas herramientas, podemos garantizar que la vejez no sea solo una cuestión de supervivencia, sino una etapa de la vida en la que se fomente el bienestar y la conexión con el mundo que nos rodea.

La falta de conciencia sobre los desafíos específicos del envejecimiento a menudo contribuye a la discriminación y la marginalización de las personas mayores. Por esta razón, es crucial promover la empatía y la comprensión en nuestra sociedad, reconociendo la riqueza de experiencias y sabiduría que aportan a nuestras comunidades. Además, debemos abogar por políticas que garanticen un acceso equitativo a la atención médica y servicios sociales para todos, independientemente de su edad.

Finalmente, en el corazón de la geriatría moderna late el deseo de permitir que nuestras personas mayores envejezcan con dignidad. Al enfrentar los desafíos con soluciones innovadoras, ofrecer atención integral y promover la conciencia y la empatía en nuestra sociedad, estamos construyendo un futuro donde la vejez sea una etapa plena de la vida, de significado y calidad. La geriatría no solo trata de cuidar a los mayores, sino de honrar sus contribuciones pasadas y garantizar que continúen siendo una parte valiosa de nuestro tejido social.

La solución a las extensas listas de espera ha sido una de las principales preocupaciones de las autoridades sanitarias en los últimos gobiernos. Si bien, ésta siempre existirá, lo que se busca es que quienes ingresen a esta nómina puedan ser atendidos en los tiempos que requiere el mal que los afecta y que no fallezcan esperando la anhelada atención especializada o la cirugía postergada.

Lamentablemente, conocimos que en el ejercicio 2022, más de 1.100 habitantes que fueron ingresados a la lista de espera fallecieron antes de ser atendidos. Si bien, también es necesario el analizar el caso a caso, no podemos dejar de lado que es una cifra altísima y que deja al descubierto un problema sanitario que necesita de soluciones inmediatas.

Entre los fallecidos están algunos que fueron ingresados a planes especiales de cobertura y atención, debido a la complejidad de sus enfermedades. Fueron 64 antofagastinos incluidos en las patologías AUGE-GES a quienes no se les respondió adecuadamente, como era el compromiso estatal al momento de impulsar esas políticas.

Son situaciones que como sociedad no nos podemos permitir y obliga a exigir que se realicen los esfuerzos para reducir las listas de espera y que los pacientes reciban la atención adecuada y en los tiempos correctos. Ya no es posible que sigan falleciendo personas en sus casas o en salas comunes del hospital por una insuficiencia del sistema.

Duele conocer esas cifras porque son muchas personas y sus respectivas familias a las que se les falló y hasta hoy no existen verdaderos planes para que la necesidad sea resuelta. Por ello, no debiera sorprendernos si la situación es aún más crítica una vez conocidas las cifras del 2023.

En la región hay recursos para ir avanzando en soluciones efectivas que respondan a quienes cifran sus esperanzas de vida en la salud pública. Ya no hay tiempo.