Redacción

La presidenta de la Asociación de AFP, Paulina Yazigi, afirmó ayer en la cuenta pública del gremio que "todos los sistemas que tenían componentes de reparto o fondos comunes han tenido que ir reemplazándose o combinándose con ahorro individual, porque a la larga, los sistemas de reparto no son sostenibles". Horas después, el Gobierno anunció un acuerdo con la bancada PPD e independientes sobre bajar las tablas de mortalidad para la redistribución de los recursos.

La líder de las Administradoras de Fondos de Pensiones señaló además que "ninguno de estos informes (realizados por diversos economistas, incluido el ministro de Hacienda, Mario Marcel) ha apuntado a que la raíz del problema de suficiencia, bajas pensiones o nivel de pensiones se deba al diseño o estructura del sistema".

"La población va envejeciendo, por esto, para realmente subir pensiones sosteniblemente, lo que tenemos que hacer es subir el ahorro individual, y éste acompañarlo de un pilar solidario financiado con impuestos generales", agregó Yazigi.

La ministra del Trabajo, Jeannette Jara respondió en X que "las AFP buscan perpetuar su negocio rentable para ellos, pero que entrega pensiones de hambre", por lo que pidió " empatía, y al parecer a esta industria le falta". Yazigi agregó que "empatía implica ponerse en los zapatos del otro. No confundir, ni instalar mitos, ni menos descalificar al interlocutor. Hablemos de la reforma con datos".

Comisión de hacienda

Jara también asistió a la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, donde anunció un acuerdo con la bancada de PPD-Independientes sobre las tablas de mortalidad, que "hemos acogido la propuesta de reducir", de los actuales 110 años a 85, como cálculo de esperanza de vida para los afiliados.

"Y quienes pasen, cierto, de la edad que determinen dichas tablas van a contar con un seguro de longevidad, que estamos diseñando en conjunto con los parlamentarios", explicó Jara.

El diputado Carlos Bianchi dijo que esto "genera de manera inmediata un beneficio en las pensiones", de modo que el Gobierno "sin duda va a contar con nuestra votación".

El matinal Mucho Gusto reveló imágenes de una presunta fiesta en la oficina del Complejo Fronterizo de Colchane, en la frontera de Chile con Bolivia, donde se ve a funcionarios con bebidas alcohólicas, como cervezas y pisco.

Según lo que reveló Mega, ocurrió el miércoles por la noche cuando los trabajadores se encontraban de turno y, producto de ello, el complejo abrió una hora y media más tarde al día siguiente.

En el video se puede observar cómo el grupo, de por lo menos ocho personas, canta "cumpleaños feliz".

La delegada presidencial provincial del Tamarugal, Camila Castillo, señaló que "una vez conocidos los hechos, de forma inmediata solicité al delegado presidencial regional que instruyera una investigación sumaria".

El proceso está "en su etapa indagatoria y esperamos prontamente culminarla para poder aplicar las sanciones que correspondan conforme a derecho y a los resultados de la investigación".

Además cuestionó que estos hechos "se alejan de la función pública, no son tolerables para esta administración".

Por último, remarcó el compromiso del Gobierno de trabajar por el control fronterizo, con "resultados concretos de la mano de una priorización de la inversión pública".

Te escribo desde la Universidad de Notre Dame, en los Estados Unidos, donde estoy con un pequeño grupo de profesores y alumnos de posgrado. ¿A qué vinimos? A una cosa que te parecerá muy rara: nos encerramos en una biblioteca y trabajamos de ocho de la mañana a ocho de la noche.

Como ves, los seres humanos tenemos gustos bien variados. En todo caso, no hay ganas de salir de este lugar calefaccionado y tranquilo. Afuera está todo nevado y aunque hoy no hacen los 20º bajo cero de ayer, la temperatura tampoco es muy grata: 7º bajo cero.

Cada uno de nosotros trabaja en los suyo, pero a la hora de almuerzo comentamos algo que haya escrito alguno de los participantes, para mejorarlo. Hoy recibí sugerencias sobre el primer capítulo de un libro que espero publicar a fines de año. Descubrieron muchísimos defectos que yo no había advertido. ¿No es una suerte enorme contar con personas que nos corrijan? Sería ridículo enojarse.

Cuando uno ve un campus de 500 hectáreas, con una biblioteca inmensa y personas que se esfuerzan por atenderlo de la mejor manera posible, no debe olvidar que este país está lejos de ser perfecto. El lunes pasado, por ejemplo, fue el feriado que conmemora a Martin Luther King (1929-1968), el gran defensor de los derechos civiles, que murió asesinado. Las universidades mismas se hallan hoy en problemas debido al avance de la "corrección política", que lleva a cancelar aquellas ideas que no coinciden con las modas intelectuales dominantes, lo que termina por privarlas de riqueza intelectual.

Con todo, si bien hay muchas cosas que están mal, debemos apreciar las buenas. Por algo esas universidades han llegado donde hoy las vemos. Su éxito tiene causas muy diversas. Ellas, por ejemplo, tuvieron la visión de atraer de Europa a innumerables intelectuales que estaban perseguidos por los regímenes totalitarios en el siglo XX. En cambio, nosotros en América Latina perdimos esa gran oportunidad.

Además, hay que considerar un hecho muy simple, en el que quiero detenerme. Las mejores de estas universidades no pretenden hacerlo todo con la ayuda del Estado o con lo que pagan los alumnos. Más bien, son el fruto de una amplia y extendida cultura de la donación. Sin ella, no podrían contar con magníficas instalaciones, unos parques maravillosos y unas bibliotecas envidiables.

Cuando entro al edificio en el que está la pequeña biblioteca donde trabajamos, veo el retrato del matrimonio que lo regaló. El centro de investigación que me recibe lleva el nombre de un donante. Es decir, alguien que, en vez de construirse una gran mansión en un lugar paradisíaco, estimó que era mejor invertir ese dinero en una iniciativa con alcance público. Eso es pensar en grande.

No faltan quienes minimizan su mérito. Afirman que eso sucede porque hay leyes favorables a las donaciones, pues permiten descontarlas de impuestos. Así cualquiera, dicen.

Discrepo. Es verdad que en los EE. UU. resulta más fácil donar que en otras naciones, pero debemos reparar en tres cosas relevantes.

La primera es que, por mucho que una parte de la donación se rebaje de impuestos, siempre es más rentable no donar y gastarse el dinero en otras cosas que carecen de un beneficio social.

La segunda, es que no bastan las leyes si no hay personas que tengan visión. Este es el recurso más escaso de todos, la capacidad de impulsar proyectos cuyos resultados se verán a muy largo plazo.

La tercera, que los legisladores y gobiernos tienen que darse cuenta de que su tarea es facilitar la filantropía y no mirarla con envidia o ponerle obstáculos.

La existencia de una infinidad de iniciativas llevadas a cabo por ciudadanos y agrupaciones en este país ya fue advertida y admirada en el siglo XIX por el francés Alexis de Tocqueville, en una obra célebre: De la democracia en América. Allí advierte a los lectores europeos que no serán ellos quienes lleven las riendas del futuro, sino esta nación que está naciendo, precisamente por esa vitalidad social. Ella, por supuesto, va mucho más allá de las grandes y pequeñas donaciones a las universidades, pues se expresa de mil maneras.

Cuando veo todas estas cosas buenas pienso que en Chile necesitamos ciudadanos que no se queden tranquilos, pero también requerimos que los gobernantes no les impidan caminar.