Si en nuestro Norte Grande, la gastronomía se ha hecho cosmopolita, bueno es saber que quienes han llegado como inmigrantes, han traído su bagaje cultural. Trajeron su idioma, dialectos, música. Y su gastronomía de origen la han mantenido, incólume. Por el contrario, nuestros platos tradicionales se han hecho más escasos. Y hoy en día se hacen cursos para aprender platos foráneos, en desmedro de aquellas sabrosas preparaciones de nuestras madres y abuelas.
Sorprendido, escuché el relato de un haitiano quien degustaba un plato de una aromática sopa de zapallo. En su imperfecto castellano y con mucha emoción, explicó que la "soup joumou" es el símbolo de la libertad del pueblo haitiano. Señaló emocionado que pese a que prepararla demanda mucho tiempo, es lo que se comparte el día del Año Nuevo, como una manera de celebrar la libertad de los esclavos. Agregó que, en los tiempos de la esclavitud, cuando eran regidos por el colonialismo francés, a las morenas cocineras se les ordenaba preparar la mentada sopa, pero se les prohibía comerla. Más aún, en un gesto reprochable a todas luces, los galos se deleitaban dicha sopa frente a los esclavos haitianos, que eran víctimas de una cruda hambruna.
Pero aquello terminó el 1° de enero de 1804, cuando el líder de la esclavitud, Jean Jacques Dessalines, declaró la independencia del país. Y para celebrar el fin de las opresoras cadenas francesas, prepararon enormes cantidades de esa sopa, para repartirla entre los haitianos, ahora comiendo la "sopa joumou" delante de sus opresores, en señal de innegable venganza.
Esa tradición se ha mantenido firme. Invariablemente, en Haití se expresa la inmensa solidaridad que nace desde la modestia de cada hogar. Y la "sopa joumou", que sabe a zapallo y aromáticos ingredientes, huele a cadenas rotas, a independencia y libertad. Y su gente -en un acto sublime- mantiene esa sabrosa tradición, que abre las puertas de cada Año Nuevo con el dulce sabor de la esperanza.
Jaime N. Alvarado García, Profesor Normalista-Periodista
Linterna de Papel