Efe

El cine puede ser "un muy buen punto de partida" para avanzar en la integración social de los grupos minoritarios, algo para lo que aún queda un largo camino, dice la actriz mexicana Yalitza Aparicio, quien reivindica el derecho a soñar y a luchar por que los sueños se cumplan.

Esta activista por los derechos humanos conoce perfectamente la problemática de las minorías: es de origen mixteco, fue la primera mujer indígena en ser nominada al Oscar a mejor actriz por su papel de trabajadora doméstica en "Roma" (2018), de Alfonso Cuarón, y desde hace años es embajadora de buena voluntad de la Unesco para los pueblos originarios.

"Ser indígena te pone dos barreras: aparte de que tienes el problema social donde te han encasillado, donde te limitan y te dicen que tú solo perteneces a cierto tipo de trabajo, tienes también una guerra con tu propia seguridad, '¿debo o no debo?', '¿y si tienen razón y me tengo que quedar simplemente ahí?'", dice Aparicio a Efe.

Los límites se los pone uno mismo y también la sociedad con mensajes subliminales. "Es un conjunto de todo porque tú no te permites soñar algo que no te muestran, ves modelos repetitivos de cómo deberías ser y cuando te ves al espejo dices 'no, cómo lograría tener ese color de piel, esos ojos, ese cabello... no lo voy a poder a hacer e, inconscientemente, te vas mentalizando en que no es un mundo para ti, es un mundo totalmente ajeno", comenta.

Por ello subraya la importancia de permitirse soñar, luchar por los sueños y confiar en que pueden alcanzarse. Algo de lo que ella es ejemplo, aunque reconoce que también tuvo limites a la hora de imaginar qué quería porque "siempre necesitas ver un modelo a seguir" y en la televisión, el cine "nadie se parecía a nosotros".

Cine y diversidad

"La diversidad en el cine no está muy representada, aún nos encontramos limitados en esa parte. Muchos compañeros actores me dicen 'me siguen encasillando, me siguen ofreciendo el mismo personaje en diferentes proyectos'", señala Yalitza.

Por eso, agrega, "estamos trabajando para salir del encasillamiento, para poder decir a la gente subliminalmente que puede tener muchos roles en la vida, que no estás limitado a algo por tu apariencia física".

La intérprete opina que el cine tiene un importante papel que jugar para avanzar en el camino de la integración y aboga por contar también la historia de mujeres indígenas que son grandes doctoras, abogadas, maestras, científicas, líderes de empresa... y que debieron recorrer un largo camino para llegar donde están.

En el caso de la mujer indígena el esfuerzo es doble, "buscas por tu equidad de género que te den lo justo y luchas porque muchas veces la sociedad cree que por ser indígena eres menos capaz", eres ignorante y vas a aceptar todo. La misma Aparicio tuvo que enfrentarse a la sorpresa de los otros cuando se enteraban de que tenía preparación académica y era educadora infantil.

Yalitza siempre quiso que sus alumnos lucharan por sus sueños y subraya el importante papel de la educación: "Cuando contamos con esta herramienta, podemos tener más oportunidades, te pone firme ante tus decisiones".

Aunque reconoce que todavía queda mucho camino para la integración (no solo de los indígenas, también de las personas con discapacidad o el colectivo LGTBI, entre otros grupos), Yalitza se muestra optimista: "Vamos avanzando poco a poco. Malo sería no haber hablado del tema o continuar estancados en donde estábamos. Ojalá seamos más los que nos unamos a esto".

Toda fecha especial invita a celebrar. Celebrar, amplia palabra de raíz latina; celebratio, acción de abundancia y concurrencia. Celeber: populoso. Lo opuesto a desierto, vacío, apatía, soledad.

¡Juntémonos a festejar, conmemorar, alabar, homenajear! Un sinfín de sinónimos que unen, vinculan, hermanan y potencian el cariño por nuestra casa/comuna. Lo cierto es que hace rato que, en nuestra ciudad (no quiero decir perla porque me parece que ya no brillamos), no se celebra como lo hacíamos antes y nuestra inmaterialidad necesita del sentido de pertenencia, abonar la esencia de lo nuestro.

La reciente noche de Año Nuevo sentí la pena de no salir a nuestra Costanera, con la familia, los amigos y vecinos, a darnos el abrazo y los buenos deseos a orillas del mar, sintiendo esa brisa agradable y el lindo paisaje nocturno que tenemos. Encontrarnos, coincidir, mostrando una mejorada apariencia de fecha especial y ese brillo que da la esperanza del año que viene.

"No hay presupuesto para fuegos artificiales y son negativos para el aire y el ambiente", son algunas de las razones que se escuchan. Pero yo me quedo pensando que, sí podrían crearse otras formas, otras presentaciones y luminosidades. Bien sabemos que con ingenio y buena voluntad se puede hacer mucho. Y es triste sentir que no hay voluntades que unifiquen y concreten ideas. A mí en lo personal se me ocurre algo: unas barcas y veleros formados en hilera frente a la costanera, detenidos y semi.apagados y que, justo a las 12 de la noche, se prendan y piteen, a esto adicionar pitos, bocinas, chicharras y música como el vals de Antofagasta….no sé. Ideas hay, plata también (no somos una región ni municipio pobre) voluntades parecen faltar, para hacer lazos, para apuntalar y ejecutar proyectos que incrementen el cariño por nuestra ciudad y por nuestros ciudadanos, donde me incluyo con familia y todo.

Este tema me roía el espíritu desde el Año Nuevo, y se me agudizó con los rumores en redes sociales, donde se da cuenta que, el Festival de Antofagasta, ya un clásico para el cumpleaños de nuestra ciudad, también peligra.

No me gusta decir que todo tiempo pasado fue mejor. Hemos ganado en algunos aspectos. Pero en esto de celebrar, vamos a la resta.

Linterna de Papel

Aida Santelices Kostópulos, escritora