Dedicatorias
Dedicatorias ocurrentes han sido las de Camilo Cela: "Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han apoyado en mi carrera". Neil Gaiman, autor de Los Hijos de Anansi: "Ya sabes cómo funciona esto. Coges un libro, saltas a la dedicatoria y descubres que, una vez más, el autor ha dedicado su libro a alguien que no eres tú".
María Martínez, en su novela de amor "Cuando no queden más estrellas que contar" redacta "Para aquellos que piden deseos cuando ven una estrella fugaz".
En uno de sus libros de poesía, el doctor Antonio Rendic apunta a Amy, su esposa, agradeciendo al Señor por haber tenido un hogar santo como nadie junto a quien "Hoy no está: duerme el arrullo de la soledad".
En "Norte Grande" Andrés Sabella recuerda a su padre, quien entre la tristeza y la leyenda de Jerusalén recibió del azar la dirección de Antofagasta, en "un Chile tan lejano, tan áureo para tus sueños".
Antonio Skármeta dedica "El Baile de la Victoria" a "Jorge Manrique, Nicanor Parra y Erasmo de Rotterdam, mi trío de ases".
Patricio Jara, en "El Mar Enterrado", recuerda a ese profesor de literatos antofagastinos, maestro sanluisino: "A la memoria de Huberto Plaza".
Traducida y publicada por la colección Luis González Zenteno, se agradece "respetuosamente a Margret Morel-Plievier por su generosidad al autorizar esta edición de la novela de su esposo", el casi Nobel alemán que vivió en Caleta Coloso y pescó entre Pisagua e Iquique: Theodor Plievier, escritor de gran importancia en Europa la primera mitad del siglo XIX, pero también descriptor de la realidad social y humana de los trabajadores chilenos en el salitre durante el mismo período.
En "El Fantasista", novela del fútbol pampino, Rivera Letelier recuerda a "Oscar Báez, por mantener vivo el recuerdo de Coya Sur".
Por Gustavo Tapia Araya,
docente y literato.
Las dedicatorias son objetos de cariño, pero también de ingenio. Y aquel afecto puede aparecer o estar in absentia. Aquello encontramos en Borges cuando dedicó El Hacedor a Lugones: "Los rumores de la plaza quedan atrás y entro a la biblioteca. De una manera casi física siento la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente".