Correo
Chilenas en las Olimpíadas
En Chile, diversos estudios demuestran que las mujeres que realizan actividad física de manera regular rondan el 20%, a diferencia de los hombres, que alcanzan casi el 50%. Aunque los motivos son múltiples y complejos, el ejemplo de destacadas deportistas, con admirables historias de superación y esfuerzo, pueden ofrecer un buen incentivo para las nuevas generaciones de niñas y jóvenes.
La historia de las chilenas en los Juegos Olímpicos da cuenta de un camino arduo de integración y plantea el desafío de fortalecer la promoción del deporte femenino.
La primera vez que una mujer integró una delegación olímpica fue en Berlín 1936, con la atleta Raquel Martínez Monreal. Desde entonces se incorporaron otras deportistas, sobre todo en atletismo, para conformar entre un 6% y 15% de cada delegación, destacando Marlene Ahrens y su medalla de plata en Melbourne 56. Sólo en Tokio 64 y Montreal 76, Chile no llevó mujeres.
El escenario cambió desde los 90, cuando la participación femenina superó el 20% en cada delegación. Desde Londres 2012, su incorporación ha alcanzado el 40%, destacando Tokio 2020, con un 60%, gracias a la clasificación de la selección de fútbol.
París 2024 recibirá a 18 chilenas, que constituyen el 37,5% de nuestra delegación. Nombres como los de Kristel Köbrich, Natalia Ducó, Melita y Antonia Abraham y Francisca Crovetto destacan por habernos representado en más de una oportunidad. Es de esperar que su participación no se quede sólo en ese hito, sino que nos permita promover el deporte entre las chilenas y superar el lamentable indicador que nos ubica entre los países donde las mujeres realizan menos actividad física.
María Gabriela Huidobro Salazar
Evaluación y contexto
Este 19 de julio se entregaron los resultados de la PAES de invierno, prueba de selección para acceder a la educación superior. Este tipo de evaluaciones estandarizadas tienden a medir las competencias desarrolladas en el entorno educativo, sin considerar las diversas circunstancias -situación socioeconómica, nivel de apoyo familiar y entorno escolar- que afectan el desempeño académico.
Asimismo, sus resultados reflejan claramente la desigualdad educativa existente entre alumnos de diferentes contextos socioeconómicos, evidenciando las disparidades en la calidad de la educación que reciben.
Es fundamental que como país avancemos hacia un modelo de evaluación que tenga en cuenta el contexto de cada estudiante y se implementen mecanismos de apoyo que ayuden a nivelar el terreno para aquellos que enfrentan mayores desafíos, asegurando así que todos tengan la oportunidad de demostrar su verdadero potencial y esfuerzo.
Este es sólo un punto que se debe abordar en la implementación de políticas integrales que reduzcan estas brechas en el sistema educacional, las que sin un compromiso transversal de la clase política, más allá del gobierno de turno, y que considere un horizonte a 10 o 20 años, serán muy difíciles de revertir.
Dr. Gustavo Niklander Ribera
Protección de la niñez
En 2023, un total de 38 niños, niñas y adolescentes murieron en nuestro país debido a lesiones producidas con armas de fuego, según cifras del Observatorio de Derechos de la Defensoría de la Niñez. Esta cifra refleja un incremento respecto a años anteriores y pone en evidencia la grave situación de inseguridad y violencia que afecta a nuestros menores.
Sin ir más lejos, la reciente tragedia en Quilicura, donde cuatro adolescentes fueron asesinados a tiros, se suma al caso del niño de 8 años que perdió la vida en un lamentable accidente con un arma de fuego a manos de su hermano de 14, en Puente Alto. Lamentablemente, estos incidentes evidencian la normalización de la violencia que vive la niñez en sectores vulnerables y que se está volviendo costumbre y un patrón alarmante, conllevando una ausencia de la presencia del Estado en esas zonas.
Las acciones del Estado, las organizaciones de la sociedad civil y la comunidad en general deben converger para ofrecer alternativas reales y atractivas a nuestros niños, niñas y jóvenes, proponiéndoles nuevos espacios de vida con programas de educación, recreación, apoyo psicológico y oportunidades laborales que deben ser prioridad para romper el ciclo de violencia que afecta a tantas familias chilenas.
El dolor que sentimos con cada tragedia debe ser un motor que propicie el cambio. La infancia y la adolescencia merecen ser vividas en paz, con seguridad y con la certeza de que sus familias, sus comunidades y toda la sociedad velan por ellos. Hoy, más que nunca, Chile debe estar a la altura de esta deuda pendiente con sus niños y adolescentes más vulnerables.
Juan Pablo Venegas
Informaciones
Me parece extraño que al Sr. Francisco Vidal le preocupe más que la gente se informe a través de canales privados de televisión que a través de TikTok, Facebook o Twitter.
Javier Ávila Parada