Dos cierros en el suelo y un pino, de aproximadamente 10 metros de altura, que cayó sobre cables de energía eléctrica, fue el saldo de los fuertes vientos que han azotado a Antofagasta en las últimas 48 horas. La situación preocupó a medida que pasaban las horas. Al promediar la medianoche, el viento arreció con mayor fuerza.
A mediados de este mes debe llegar a Valparaíso, acompañado de su familia, el señor Salvador Campero, designado por el Gobierno de Bolivia, para desempeñar el cargo de cónsul general. El señor Campero lleva diez años en la carrera consular de su patria, siendo en la actualidad cónsul general en Buenos Aires. El diplomático es hijo del ex Presidente de Bolivia, general don Narciso Campero.
Hace unos pocos años el sector político que hoy gobierna el país apuntó que los retiros desde las cuentas de AFP no eran dañinos, sino una especie de ejercicio de dignidad ciudadana y ciertamente un golpe a las administradoras que lucran con los recursos de los trabajadores.
Los efectos de esa tontería quedaron expuestos en breve con los intensos meses de inflación que no hacen más que empobrecer a las personas, especialmente a quienes viven en situaciones más precarias.
Nicolás Maduro y antes Hugo Chávez, sostenían que una de las causas de la pobreza venezolana se explicaban en la avaricia de los ricos y en su incapacidad para compartir parte de sus bienes con los pobres. En consecuencia, sólo el Estado podría cumplir ese rol, lo que dio punto de partida a una seguidilla de expropiaciones que rayaron en el ridículo.
En Argentina durante muchos años se congeló el precio del gas natural para cuidar el bolsillo de las familias ¿y cuál fue la consecuencia? Las empresas dejaron de invertir hasta que llegó un momento en que incluso hubo desabastecimiento por falta de oferta.
En nuestro país ocurrió algo similar con la peregrina idea de que era una buena medida no subir los precios de la electricidad, como si los costos de producirla no tuvieran variaciones en el tiempo.
En nuestra región tenemos a algunos que sostienen que se puede vivir sin minería, sin extractivismo, casi a base de pura contemplación.
Todas malas medidas, todos son populismo puro y duro, con engaños, falsedades, análisis erróneos y torpezas, que las personas terminan pagando tarde o temprano, y, como casi siempre, los que menos oportunidades tienen.
Cantos de sirena hay siempre, son tentadores y generalmente provienen de sujetos mesiánicos, que tienden a culpar a otros de los malos que observan. El sentido común debe afilarse en estos días en que tanto se promete a cuenta de un daño infinito a la confianza de todo el sistema.
Estas últimas semanas hemos visto cómo los anuncios del Presidente en materia de seguridad han desatado una serie de comentarios. Construir en la comuna de Santiago una cárcel de alta seguridad. Lo cierto es que más allá de la real necesidad de contar con más plazas para quienes cumplen penas en encierro, lo cierto es que ni el anuncio, ni el lugar del mismo, resultan ser muy acertados. Lo primero dado que ante un problema que requiere de medidas urgentes para detener hoy la escalada de homicidios y delitos violentos, un anuncio para el año 2030 carece de todo sentido de urgencia, lo segundo debido a que la evidencia internacional demuestra el impacto negativo de mantener recintos penitenciarios en pleno radio urbano cívico en este caso.
El tema carcelario es cierto que requiere de nuevas plazas, y bien si se inicia un nuevo plan de construcciones tal como en el pasado impulsó Ricardo Lagos, pero también es cierto que mucho antes que eso, se requiere dar con aquellos hechores prolíficos -concentrados en no muchas bandas criminales, muchas de ellas extranjeras y asociadas a grupos internacionales criminales- identificarlos, detenerlos e incapacitarlos. En esta tarea la labor de inteligencia policial y de una persecución penal inteligente orientada por el análisis criminal cobra vital importancia.
Asimismo, se requiere que en el ámbito carcelario se logre implementar un sistema real de segregación, evitando los ya conocidos fenómenos de contagio criminológico, Nuestro país, en años recientes ha hecho esfuerzos importantes por implementar sistemas de clasificación penitenciaria de punta, con instrumentos aplicados en países desarrollados como lo son el modelo Oasys y, en el caso de jóvenes infractores, el modelo Youth level of service (YLS). La duda que surge es si tras la implementación de estas mejoras y cambios en los sistemas de clasificación o segmentación de acuerdo con los perfiles, ha habido cambios al interior de los penales en cuanto a menores niveles de conflictos y, en el exterior, en cuanto a mejoras en las posibilidades reales de reinserción (al evitar el contagio criminológico). Se echa de menos que alguna autoridad alce la voz para explicar las mejoras que estos cambios han traído o si, por el contrario, ello no ha ocurrido.
Menos grandilocuencia y más efectividad en las medidas anunciadas es lo que nos falta. Diversos estudios e informes han puesto el acento en medidas que pueden ser hoy implementadas y no requieren de grandes esperas. No se entiende, por ejemplo, que no exista algún sistema de reconocimiento facial en las zonas de visita de los centros penitenciarios que permitan saber si quienes visitan a los reclusos cuentan con órdenes de detención pendiente. Lo que no sería descabellado de esperar, sobre todo si se considera que quienes se encuentran en encierro siguen operativos.
Otra medida que se extraña es el contar con una oferta programática al interior de los penales que aborde el factor "extranjero". Solo en la región de Antofagasta, la población penitenciaria pasó de tener un porcentaje de internos extranjeros de 17% a 37% entre los años 2019 y 2024. En materia de oferta programática, hay que considerar también aquellos delitos que han tenido un aumento considerable en últimos años como es el caso de delitos sexuales, lo que ha ocurrido en la misma región de Antofagasta, y frente a lo cual no se cuenta ni con la oferta ni con los cupos necesarios para enfrentar este fenómeno.