Caída de la natalidad
En paralelo, el aumento en la longevidad plantea desafíos adicionales, como el envejecimiento de la población y la presión sobre los sistemas de seguridad social. La baja natalidad, la longevidad creciente y las decisiones sobre la estructura familiar son temas que no pueden ser simplificados.
En su reciente discurso en Indonesia, el Papa Francisco abordó un tema que toca fibras sensibles en la sociedad contemporánea: la baja natalidad y la creciente tendencia de algunas familias a optar por tener mascotas en lugar de hijos. Con su tono directo, Francisco denunció lo que llamó "leyes de muerte" que limitan los nacimientos.
Estas declaraciones coinciden con una tendencia global preocupante. En muchas partes del mundo, las tasas de natalidad han disminuido drásticamente en las últimas décadas. Según datos del Banco Mundial, la tasa de fertilidad global en 1960 era de 5 hijos por mujer, mientras que en 2020 esa cifra se redujo a 2,4 hijos por mujer. En Europa, la situación es aún más extrema. Países como Italia y España (igual que Chile) tienen tasas de natalidad por debajo de 1,3 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional, que es de 2,1.
Esta caída en la natalidad tiene múltiples causas. El costo de vida, la inseguridad económica y la búsqueda de una mayor autonomía personal están influyendo en las decisiones de muchas personas. Además, los avances en la educación y la participación de la mujer en el mercado laboral han transformado las prioridades y expectativas sobre el futuro familiar. Por otro lado, la expectativa de vida ha aumentado de manera constante. En 1960, la esperanza de vida mundial era de 52,6 años. Hoy, es de 72,6 años. La creciente popularidad de las mascotas como sustitutos emocionales para muchas personas es interpretada por algunos, incluido el Papa, como un reflejo de la atomización social.
En última instancia, el verdadero desafío radica en encontrar un equilibrio que respete las decisiones individuales y las políticas públicas, mientras se promueve el bienestar de la humanidad y se asegura un futuro sostenible. No se trata solo de tener más hijos o de preferir mascotas, sino de cómo, como sociedad, enfrentamos las presiones demográficas y las expectativas cambiantes en un mundo cada vez más interconectado y diverso.