En teoría, los debates políticos pre elecciones están diseñados para mover la aguja hacia los/as émulos/as o indiferentes con la cuestión política y motivar el voto de la población indecisa. Sin embargo, en la práctica no parecieran tener un impacto real en la voluntad eleccionaria y en los cómputos finales de las democracias representativas como la nuestra. Como señala el profesor de la Universidad de Nueva York, Jay Rosen, las contiendas políticas son eventos culturales más que programas políticos de una noche (DF MAS, 13/09/2024).

El tan anhelado debate presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris fue justamente catalogado como el segundo evento televisivo más grande después del Super Bowl en febrero. Las expectativas estuvieron puestas en la candidata demócrata, quien debió remontar la caída de la figura presidencial de Joe Biden y levantar una candidatura en tres meses de trabajo en lo que se hace en 23 meses. Lo más crucial es que fuera del ámbito político, nadie realmente conoce a Harris y ésta fue una excelente plataforma para hacer una 'presentación en sociedad' de la demócrata.

Por lo general, los medios pro Partido Demócrata dieron de ganadora a Kamala Harris, puesto que se mostró segura y no se dejó intimidar por la maquinaria patriarcal de Trump. Asimismo, su corporalidad y expresiones facial-kinésicas intentaron reducir a un Trump que sólo miró hacia el frente. En términos discursivos, me pareció mucho más potente un enojado Donald Trump, quien logró instalar la posible fake news de que en Springfield (ciudad paródica de "Los Simpsons") se estaban comiendo a los gatos, los perros y las mascotas. Esto motivó una serie de memes, comentarios y una simpática tonada ("Eating the Cats ft. Donal Trump", Debate Remix) del excéntrico músico The Kiffness. Más allá de lo anecdótico, Trump fue claro en los temas de migración y en su agenda económica planteó la rebaja de impuestos, el recorte del gasto público y una desregulación agresiva de manos del controversial dueño de "X", Elon Musk.

Si nos vamos a nuestra 'política criolla', El Mercurio de Antofagasta también ha generado diversos debates con candidaturas a la Gobernación Regional y los sillones municipales de las comunas. De acuerdo al análisis político de Osvaldo Villalobos, la contienda para la región dejó un sabor agridulce, pues hay candidaturas sin voz y otras que no saben usarla, tal vez en el fondo no se aprecian estilos políticos definidos asociados a agendas región-país . Comparto el punto de vista de Villalobos que no se aplaude en los debates (El Mercurio de Antofagasta, 07/09/2024), y el de "Off the Record" que constituye una pésima señal que los candidatos no quieran debatir públicamente (El Mercurio de Antofagasta, 07/09/2024). En relación a la controversial comuna de Sierra Gorda, el tête à tête de la actual alcaldesa Deborah Paredes y la independiente Adriana Rivera giró en torno a los temas de salud, acarreo y calidad de vida, generando una discusión interesante sobre la articulación del municipio con el mundo privado (mineras).

Como bien dice el analista político, Sebastián Quinzán, no hay publicidad mala, y los debates constituyen una excelente plataforma de visibilidad y grados de conocimientos de las candidaturas. Comparto el punto de vista de Jay Rosen, que los medios debieran enfocar sus esfuerzos en la cobertura de los efectos electorales y el debate del desarrollo de las políticas públicas más que la carrera por el poder propiamente tal. Este tipo de eventos políticos representan al mismo tiempo una medición perfecta del periodismo y de la libertad de expresión en democracias sanas.