La producción de hidrógeno verde puede atraer inversiones enormes a nuestra región. Mejillones y Tocopilla juegan un rol importante en los planes para desarrollar esta nueva industria, que tiene el potencial de hacer una contribución clave a la descarbonización de sectores intensivos en energía, como la minería y la industria química. Para que varios proyectos se concreten, se requiere un marco institucional adecuado.
La coordinación entre actores es fundamental para identificar y superar cuellos de botella - por ejemplo, a través de una adaptación del marco regulatorio. A nivel nacional, se han creado foros con este fin: un comité estratégico y un consejo interministerial en el sector público, así como la asociación H2Chile que reúne a académicos, funcionarios públicos y representantes de las empresas líderes del sector. Estos esfuerzos se alinean con el Plan de Acción Hidrógeno Verde, publicado por el gobierno a principios de este año, identificando una serie de pasos para implementar los objetivos ambiciosos de la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde.
Hay que adaptar las carreras universitarias a las necesidades de la nueva industria, particularmente en ingeniería y química, así como la formación en escuelas técnicas. Al respecto, se han dado pasos concretos, no solo en Antofagasta, sino también en Magallanes, otra región clave para la producción de hidrógeno verde. Ya existen acuerdos con futuros importadores, como el puerto de Rotterdam, Países Bajos. Corfo e InvestChile participan en eventos internacionales para conectar con potenciales inversores. Sin embargo, aún falta asegurar compromisos concretos por corporaciones grandes para vender hidrógeno verde a escala comercial.
En Antofagasta, se han ofrecido programas de capacitación para proveedores locales a la minería, con el fin de ayudarles con la expansión al hidrógeno verde. Pero, todavía no hay un registro de empresas en la región (o a nivel nacional) que tengan el interés y potencial de brindar servicios a la nueva industria. La comisión regional de hidrógeno verde, establecida en febrero 2023, no ha trabajado con la continuidad que se esperaba.
Complementando estas medidas, se ha establecido una línea de créditos destinada a brindar un impulso inicial a las primeras empresas que invierten en la producción o aplicaciones de hidrógeno verde. Estos créditos, provenientes de organismos internacionales como el Banco Mundial, implican que el Estado chileno asume un mayor riesgo financiero, ya que deberá cubrir los costos de aquellos proyectos que no resulten exitosos, devolviendo los préstamos a las fuentes extranjeras. Dada la incertidumbre de la industria de hidrógeno verde, conviene ser cuidadosos con la asignación de estos créditos, especialmente porque el objetivo del gobierno es aumentar la suma disponible de 1 billón a 12,5 billones de dólares.