"En la pampa viví la solidaridad en su máxima expresión... También
Atardeceres nostálgicos envueltos en una mágica mixtura acompañaron a los habitantes del Desierto de Atacama.
Será por aquellas manos curtidas por las arduas jornadas de trabajo, bajo el implacable sol del desierto o la fría luna nocturna, que los pampinos aprecian con el corazón la entrega y esfuerzo de sus padres, hijos y hermanos en la extracción del salitre.
Tal como es posible encontrar en la web, el término pampa hace alusión a su significado genérico como llanura extensa, escasa o nula vegetación o el territorio donde sacaron el 'oro blanco' durante décadas.
Fue en aquella agreste tierra donde un hombre surgió, se educó, formó su personalidad y, tal como enfatiza, disfrutó a más no poder de la libertad, seguridad y la felicidad en su niñez.
Nacido el 30 de marzo de 1953, en la oficina salitrera María Elena, pese a ello Jaime Álvarez Becerra dice que es vergarino de corazón.
¿Por qué? Esto debió a que su infancia y parte de su juventud la vivió en un triángulo salitrero formado por las oficinas salitreras María Elena, José Francisco Vergara y Pedro de Valdivia, donde su padre, Edmundo Álvarez Mella, realizó su periplo laboral.
Fue así como su progenitor aportó al desarrollo económico del país y, lo más importante, al sustento de su familia, compuesta por su mujer, Nina Becerra Betancourt, y sus tres hijos.
Sin embargo, 'Vergara' lo marcó para siempre.
La historia de esta salitrera relata que fue una planta productiva del Sistema Shanks que perteneció inicialmente a la Compañía de Salitre de Antofagasta y luego a The Lautaro Nitrate Company.
Estaba ubicada a 10 kilómetros de la estación ferroviaria 'Miraje', donde transitaba el recordado Ferrocarril Longitudinal, conocido popularmente como 'El Longino'.
Ante esta historia, el menor de los Álvarez-Becerra, 'El Tococo', como le decían, aclara su apego a 'Vergara'.
"Mi infancia y la época de mis estudios básicos los viví en 'Vergara'. Ahí disfruté del desierto en toda su magnitud y conocí a mis amigos, esos que hasta hoy nos mantenemos en contacto y nos apoyamos fraternalmente", comentó Jaime Álvarez.
¿Qué lo víncula a la pampa calichera?
-La felicidad que siento y el orgullo que llena mi alma de ser quien soy. Si no hubiera tenido la suerte de vivir en la pampa, quizás sería uno más de todos los que vivimos en este país. Gracias a la infancia que mis padres me brindaron y el desierto que disfruté en su máxima amplitud, te puedo decir con toda franqueza, que me hicieron un niño feliz. Un pequeño que disfrutó cada rincón y cada vivencia como ningún otro tuvo la posibilidad de disfrutar. Y no es sólo eso, muchos se preguntarán como se puede ser feliz viviendo en medio del desierto, aislado de la sociedad. Yo les respondo que, justamente eso es lo que nos privó de la envidia, las malas costumbres, malos hábitos, malas personas. Ese aislamiento del desierto me brindó la oportunidad, que no desaproveché, de impregnarme de lo más valioso que tenemos como sociedad, impregnarme del cariño, sentir la lealtad, preocupación, apoyo, integración y aliento que sólo las personas podemos brindarnos. Así surge la amistad, esa que, pese a los años, no desaparece. Al contrario, se potencia.
¿Cuáles recuerdos lo envuelven de esa etapa feliz de su vida?
-Los mejores, sin lugar a dudas. Yo estudié en la Escuela N°14. Ahí conocí a quienes han sido mis amigos toda la vida. De ellos y con ellos aprendí, en la práctica, valores esenciales que toda persona debería forjar y nunca olvidar. Ejemplos de lo que digo. En 'Vergara' no sentí ni viví la segmentación social, como en otras salitreras estaba establecido. En 'Vergara' todos éramos familia y nos apoyamos entre todos. La solidaridad en su máxima expresión. Y, un simple gesto, como el percatarse que un compañero no tenía lápiz para las clases, no era problema. Pese a no contar con tu lápiz, estabas seguro que sí o sí escribirías y aprenderás a la par de todos, porque lo que te faltara, entre todos te lo conseguíamos.
¿Que añora de su terruño en pleno desierto?
-El sentirme seguro, protegido y resguardado del mundo. Yo me vine a estudiar en el Liceo de Hombres de Antofagasta. A todo esto el escritor Mario Bahamonde fue mi profesor. Y al llegar, o mejor dicho, enfrentar la realidad de la sociedad fue 'un balde de agua fría' a mis emociones y cómo quería vivir. En esos años retornaba a la pampa para disfrutar los veranos y sus actividades. Recuerdo los 'clásicos universitarios', donde participé.
También recuerdo aquellas jornadas interminables jugando a la metrópolis con mis amigos, que ahora pensándolo bien, sirvió para ser contador de profesión. Es por eso que aprovecho de realizar un llamado a todos quienes disfrutábamos de esos años felices a que se pongan en contacto y continuemos agrandado y sumando personas valiosas a nuestro querido grupo de WhatsApp de la Escuela N°14 de la oficina salitrera José Francisco Vergara. Somos pampinos, orgullosos de serlo y felices por disfrutarlo.
el sentirme protegido del mundo"
Jaime Álvarez Becerra: