La historia del pez globo que invade las aguas orientales del mediterráneo
RIESGO. Los pescadores de Turquía y Grecia deben lidiar con la expansión de esta especie depredadora y venenosa, que ya ha provocado 27 muertes.
Agencias
Puede que sea "la peor especie invasiva del mundo": el pez globo que ataca y come todo lo que encuentra, se expande sin parar en las costas de Turquía, Grecia y otros países, donde ya afecta a los ingresos de muchos pescadores.
"Son como pirañas: atacan y se comen todo", describe el pescador turco Güröl Göztepe a este pez que, llegado al Mediterráneo desde el océano Índico, amenaza el ecosistema local y no tiene depredadores ni se pesca, porque es altamente tóxico.
El pez globo (Lagocephalus sceleratus) pertenece a la misma familia que el famoso 'fugu', apreciado como 'delicatessen' en Japón, pero es aún mucho más venenoso: un solo bocado puede ser letal.
Muertes
La bióloga marina Aylin Ulman ha documentado 27 muertes por consumo del pez globo en el Mediterráneo oriental, además de 144 intoxicaciones, desde que los primeros ejemplares se observaran en 2003 en este mar, al que ha llegado a través del canal de Suez. "Probablemente sea la peor especie invasiva del mundo", cuenta Ulman en conversación con EFE durante un visita a la localidad costera de Fethiye, realizada gracias al apoyo de Earth Journalism Network, un proyecto de Internews.
En esa parte del mar Egeo, enfrente a la isla griega de Rodas, la pesca artesanal se ha reducido casi a cero por la explotación excesiva de los caladeros, agravada por la llegada del pez globo.
"Comen de todo, desde moluscos a peces pelágicos, con sus enormes dientes afilados pueden masticar todo, y desde hace unos años se han acostumbrado a comerse los peces ya atrapados en las redes de pescadores", agrega la bióloga, recordando que el pez globo puede alcanzar los 90 centímetros y pesar hasta 10 kilos. "Se comen el pescado junto a los hilos y dejan grandes huecos en la red: mire, aquí faltan veinte mallas", corrobora Güröl, que remienda su arte sentado en su barca en el puerto de Fethiye.
Subraya que la pesca industrial con redes de arrastre ha dejado casi sin ingresos a pescadores artesanales como él, y que el pez globo se engulle lo que queda, no solo de las redes sino también mordiendo y arrancando los anzuelos en la pesca con palangre.
En los últimos años, Ulman ha documentado también casos de bañistas mordidos por peces globo, cuyos dientes en forma de pico de loro pueden amputar incluso un dedo, aunque "no hay motivo aún para asustar a la gente", matiza.
¿Imparable expansión?
Pero en el futuro quizás sí, porque la expansión de la especie parece imparable: es ya habitual en las costas turcas y griegas, se ha detectado en el Adriático, en el Magreb y hasta en el Estrecho de Gibraltar y en Alicante.
Casi ningún animal marino puede comerse al pez globo, tanto por su toxicidad como porque es capaz de inflarse como una bola -de ahí su nombre-, lo que complica enormemente tragarlo.
El Gobierno turco ofrece una compensación de 25 liras (unos 0,7 euros) por cada pez globo entregado en alguno de los 88 puntos de recogida en la costa turca, pero Güröl Göztepe apunta que la cuantía no compensa el riesgo de perder redes y anzuelos. "Según los expertos, la mejor manera de controlar una especie invasora es encontrarle un valor comercial", recuerda Ulman.
Eso es algo que funciona, por ejemplo, con el pez león, igualmente invasivo y temido por sus púas venenosas, pero comestible y ahora presente en el menú de muchos restaurantes.
El veneno del pez globo, la tetrodotoxina, paraliza los nervios al bloquear los canales de sodio, lo que descarta una pesca para el consumo... pero podría relevarse extremadamente valioso para la industria farmacéutica.
Varios experimentos clínicos con pacientes de cáncer en Canadá han demostrado que la tetrodotoxina es un potente analgésico y a diferencia de los opiáceos no crea adicción, por lo que también se ha probado en terapias para dejar la heroína, dice a EFE Ali Riza Kösker, biólogo de la universidad de Çukurova, el sureste de Turquía.
Aún no hay ningún medicamento aprobado, pero podría llegar pronto, y se investiga también usar la potente dentadura del pez como materia prima para fabricar implantes dentales para humanos.
Ulman tiene otro proyecto: usa la piel del pez globo, una vez curtida y teñida en un proceso artesanal, para hacer monederos, bolsos e incluso zapatos pensados como accesorios de alta costura con un valor ecológico, bajo el nombre comercial de Olta Azul. Para ello cuenta con la ayuda de varios pescadores en la costa egea que en verano, en la época del desove, practican la pesca al chambel, es decir con un simple hilo y anzuelo.