La edad del júbilo
LA REGIÓN QUE SOÑAMOS. Aída Santelices, escritora.
"En nuestra región, existe un gran número de personas mayores que participan -participamos- en clubes de lectura, círculos literarios, ciclos de cine, agrupaciones musicales, de bailes, de teatro, de pintura y un largo etcétera, aportando a la sociedad desde nuevos ángulos". Aída Santelices Escritora
No está demás comentar que la palabra júbilo es sinónimo de gozo, alegría, dicha. Por tanto, cuando una persona se jubila y deja de cumplir horarios, de andar por la vida apurada y con escaza libertad para las pasiones postergadas. Además cargando el mentado estrés. Es que se ha hecho mayor y se ha ganado el derecho y el tiempo para hacer lo que algún día vio como una meta lejana. Hemos llegado a la "Tercera edad" y se presume que seremos más plenos y felices. Yo, optimista con lo que he visto y vivido puedo afirmar que, en nuestra luminosa región en gran parte ¡Se cumple!
Desde el mismo día que jubilé, comencé a caminar sin apuro, fijándome más en todo, en nuestro paisaje costero de inmejorable horizonte y colores. Admirando como lo hace un poeta. "Mi infancia se quedó vestida de marinero, en la dulzura de los días que doraba el crepúsculo de nuestro norte…" versó nuestro poeta Sabella. Pude ver gente bañándose a primera hora en el mar sin importar la estación, otros caminando, haciendo yoga o sencillamente compartiendo un desayuno con sus pares. Pude apreciar que el viento costero limpia el aire y recordé nuevamente al poeta "Yo soy el hombre que reparte el viento/el viento que es el Mar sobre un caballo/patriarca de la voz".
En nuestra región, existe un gran número de personas mayores que participan -participamos- en clubes de lectura, círculos literarios, ciclos de cine, agrupaciones musicales, de bailes, de teatro, de pintura y un largo etcétera, aportando a la sociedad desde nuevos ángulos. Han aumentado los voluntariados, comprometidos con causas que lo requieren, como visitar y asistir niños en condición vulnerable, ancianos, enfermos o solitarios ¡Sí, no hay duda, hacemos muchas cosas en y por nuestra región! Nos realizamos porque llegamos al mar y fuimos río. Y esta amplitud nos llama a no mirar atrás, a depurar alma y memoria. Entregar lo mejor del tesoro llamado "vejez". Ese es el nuevo mandamiento interior. Podemos abrazar y entregar con la mejor intensión, sin egoísmos, ni codicias, sin afanes nimios ni competencias de juventud. Ahora es turno de querer a todos los nuestros, de conjugar el verbo amar profunda y confiadamente con las generaciones que nos siguen. Todos antofagastinos de "antofagastinidad" como lo designó el poeta Andrés Sabella.
El aumento en el pronóstico de vida sube y seguirá subiendo mientas cuidemos nuestra salud, material e inmaterial y seamos generosos. Hay vida, hay júbilo, hay tiempo que podemos dedicar a esas ramas que brotan desde el tronco que desarrollamos y que nos tributa grandes bendiciones. Amén de las instituciones, como las cajas de compensación, que ofrecen todo un programa de actividades para gente mayor.
Qué lindo es leer al poeta Benedetti cuando dice: "Fueron niños/son hombres/serán viejos/la mañana vendrá/y llegará la tarde…". Y la tarde nuestra es fresca y liviana, de colores rojos y dorados. Inmejorables atardeceres de nuestra ciudad. "Aquí no hay viejos/solo llegó la tarde/una tarde cargada para dar…/viejo es el mar y se agiganta/viejo es el sol y nos calienta/vieja es la luna y nos alumbra/vieja es la Tierra y nos da vida/viejo es el amor y nos alienta…" El eterno y viejo amor en todas sus conjugaciones, donde caben: nuestras familias, nuestros coterráneos y nuestra tierra desértica, salada y soleada.
El tiempo es de todos y ahora tenemos más horas para compartir. Aprovechémoslo, desarrollemos nuestros sueños en base a lo atesorado. Nuestra región lo merece para nutrirse de la experiencia amorosa de sus mayores sumando a las páginas en blanco de los menores. Hay tanto para retroalimentar. Conozco un grupo de adultos mayores dirigidos por un joven monitor de teatro. Otro joven dirigiendo la gimnasia y la natación de los mayores. Otro enseñando poesía y lectoescritura. También conozco a mayores que realizan talleres, apadrinan y enseñan a niños que están atrasados en las materias del colegio. Otros viejos que, al estar sanos, apoyan a otros que no lo están.
La historia avala el valor de los años. En la antigua Grecia, cuna de la civilización, los ancianos tenían un estatus político privilegiado, el órgano de gobierno estaba integrado por ancianos y reyes. Para Platón y Sócrates, la vejez era una etapa de experiencia y sabiduría porque se alcanzaban virtudes, discreción y buen juicio. En las Santas Escrituras "el anciano es proveedor de crecimiento espiritual y protección y han de pastorear el rebaño…han de liderar mediante el ejemplo". "El anciano debe imponerse sin pisotear los sentimientos de la gente…" Suerte que el guía sea quien ya ha recorrido el camino.
Nuestra tierra tiene de todo, todo para cumplir sueños postergados y deseos aplazados. Y lo mejor, el clima propicio que nos permite vencer el encierro. El sol que aporta luz y tibieza cada día, además de impedir que nos ataquen las noches largas y sombrías que se dan cita en otras regiones. Un sol que nos empuja para salir de la cama y seguir viviendo con enérgica alegría.
Toda esta luz y amplitud desértica que llama a unir generaciones para el desarrollo amoroso de nuestra querida región. Seguirá entrando el sol de día y cayendo lluvias de estrellas por las noches. Los adultos mayores seguiremos abriendo puertas, estableciendo redes y puentes. Y tejiendo lazos entre los corazones haremos el mejor futuro entre los sabios del pasado y los potentes jóvenes del presente, porque nuestra región con sus entrañas de riquezas y su cielo único ¡fuente de trabajo y vida!, lo pide y lo merece.