Robo de cables de electricidad
Antofagasta, con las mafias de cobre, es una de las zonas más afectadas. La comuna de Sierra Gorda ha sufrido dos mega cortes los últimos meses.
El robo de cables de electricidad y de telecomunicaciones es un delito que a nivel nacional afecta a varias ciudades y zonas rurales, pero especialmente a los clientes que ven interrumpidas sus comunicaciones y el suministro de energía.
La distribuidora eléctrica CGE informó que en 2024 se registraron 744 eventos de robo de cable a lo largo de su zona de concesión, contabilizando 225 kilómetros de líneas robadas. En 2023, la compañía registró cerca de 1.200 eventos con 196 kilómetros de cable de cobre robado. Si bien se redujeron los episodios en número, hubo un aumento de 14% en la cantidad de cable sustraído y se afectó el suministro de 272 mil clientes.
Las regiones con una mayor cantidad de cable robado a CGE fueron Coquimbo (43 kilómetros), Maule (34 kilómetros), Tarapacá (29), Antofagasta (29), Atacama (18), Metropolitana (16), La Araucanía (16) y Biobío (14).
Cada vez que se interrumpe el suministro eléctrico, las empresas grandes y pequeñas de la zona no pueden trabajar normalmente, los servicios públicos presentan problemas en el suministro, los colegios o la red de salud se ven obligados a suspender sus actividades y las personas pueden enfrentar problemas de seguridad pública. En suma, el delito afecta la calidad de vida de las personas.
Este es un delito que carece muchas veces de evidencia y que se comete sobre todo en sectores rurales alejados, sin presencia policial y sin cámaras. El alto precio del cobre ha llevado al surgimiento de bandas organizadas que roban los cables de las redes, para venderlos en el mercado negro.
Las empresas señalan que es relevante generar conciencia y fomentar la denuncia por parte de la ciudadanía. La situación es preocupante porque es un delito que ha aumentado de manera importante, sobre todo en los sectores rurales, donde muchas veces no hay testigos, por tratarse de lugares aislados.